Como ”metaprobe” fue bautizado un dispositivo para recolectar ADN, creado por científicos de la Universidad de la Serena, que se instala dentro de las redes de pesca o en fuentes de agua. Se trata de una herramienta esférica y perforada que capta el material genético que los organismos vierten en su entorno, como fragmentos de piel, heces o células, que pueden ser recolectados del agua, suelo o aire. 

El objetivo de este invento radica en el desafío de monitorear biodiversidad marina y/o acuática. Y en ese sentido, la idea es recolectar eficientemente el ADN ambiental en grandes volúmenes de agua, especialmente en ambientes marinos profundos y abiertos, sin interrumpir las operaciones de pesca, ni generar sobrecarga de trabajo complejo.

Según indica Cristian Araya, Doctor de Genética del Departamento de Biología de la USerena, “este proyecto nace de una adaptación a un modelo diseñado por científicos italianos y hemos llevado el concepto y su uso para indagar en la biodiversidad acuática de los entornos naturales de la región de Coquimbo. En ese sentido, los hemos utilizado desde el punto de vista educativo y escolar, investigando la diversidad de los humedales y zonas costeras. En la actualidad, estamos tratando de escalar su uso al monitoreo de fauna exótica que pueda ser transportada por barcos cargueros y en las zonas portuarias de la región”.

¿Cómo funciona el “metaprobe”? El primer paso es rellenar este dispositivo con gasa que captura el material genético del agua. Posteriormente, se lanza a la fuente de agua que requiere analizar y, después de un tiempo determinado, se recoge el metaprobe y se traslada al laboratorio para su posterior análisis.

La invención de este dispositivo por parte de académicos de la USerena permite realizar un monitoreo a la biodiversidad marina y/o de ambientes acuáticos. Esta observación es esencial para evaluar el impacto de la sobreexplotación y tomar medidas de gestión que aseguren la sostenibilidad de los recursos marinos. Además, el "metaprobe" permite detectar especies difíciles de capturar, como pelágicas o en etapas tempranas, proporcionando una visión más completa de los ecosistemas marinos o el entorno en el cual se desarrolle el monitoreo.

Se trata de un método económico y sencillo, lo que facilita un monitoreo a gran escala durante las operaciones de pesca, mejorando la gestión y protección de los hábitats marinos y/o acuáticos.